A LEÓN WERTH
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo qe tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede comprender todo; hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas escusas no fueran suficientes, qiero dedicar este libro al niño qe esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (pero pocas lo recuerdan ). Corrijo, pues, mi dedicatoria: A LEÓN WERTH cuando era niño
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo qe tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede comprender todo; hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas escusas no fueran suficientes, qiero dedicar este libro al niño qe esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (pero pocas lo recuerdan ). Corrijo, pues, mi dedicatoria: A LEÓN WERTH cuando era niño
- Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es cansador para los niños tener qe darles siempre y siempre explicaciones.
- Estaba más aislado qe un náufrago sobre una balsa en medio del océano.
- Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamas os dicen: "¿ Cómo es el timbre de su voz? ¿Cúales son los juegos qe prefiere? ¿Colecciona mariposas?". En cambio, os preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?". Sólo entonces creen conocerle.
- Si decís a las personas grandes: "He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo...", no acertarán a imaginarse la casa. Es necesatio decirles: "He visto una casa de cien mill francos". Estonces exclamaran: "¡Qué hermosa es!"
- Si les decís: "La prueba de qe el principito existió es qe era encantador, qe reía, y qe qería un cordero. Qerer un cordero es prueba de qe se existe", se encogerán de hombros u os tratarán como se trata a un niño. Pero si les decís: "El planeta de donde venía es el asteroide B 612", entonces qedarán convencidosy os dejarán tranqilo sin peguntaros más. Son así. Y no hay qe reprocharles. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas grandes.
- es triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo.
- En el planeta del principito, como en todos los planetas, había hierbas buenas y hierbas malas.
- Jamás ha aspirado una flor. Jamás ha mirado una estrella. Jamás ha qerido a nadie. Nno ha hecho más qe sumas y restas. Y todo el día repite como tú: "¡Soy un hombre serio! ¡Soy un hmbre serio!" se infla de rgullo. Pero no es un hombre; ¡es un hongo!
- Millones de años hace que las flores fabrican espinas, y otro tanto que los corderos se comen de todas formas las flores. ¿Acaso no es serio intentar entender por qué las flores insisten en fabricar sus espinas que no sirven nunca para nada? No crees que tenga importancia la guerra entre los corderos y las flores? ¿No tiene esto más importancia que las sumas y restas de un Señor gordo y rojo? ¿Y no es también importante que la flor que yo conozco sea única en el mundo, que sólo exista en mi planeta y que un corderito pueda hacerla desaparecer de golpe, en un instante una mañana y sin darse cuenta de lo que hace? ¿Esto, no es acaso importante?
- Si se ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre millones de estrellas, es motivo suficiente para que al mirar las estrellas sea feliz. Se dice para sí: "Mi flor está allí, en alguna parte..." Pero si el corderito comiera la flor, para él es como si de pronto y al mismo tiempo, todas las estrellas se apagaran. ¿Y esto, no es importante?
- es mejor no escuchar a las flores. Tan sólo contemplarlas y aspirar su perfume. La mía endulzaba con su aroma todo mi planeta, y aún así, yo no podía gozar de ello.
- "No supe entonces comprender. Cometí el error de haberla enjuiciado por sus palabras y no por sus actos. Iluminaba y perfumaba todo mi planeta. Jamás debí haberla abandonado! Debí haber intuido su ternura detrás de sus ingenuas astucias. Las flores son tan contradictorias! Y yo... demasiado joven para saber amarla.
- -Podrás juzgarte a ti mismo-replicó el rey- Eso es bien difícil, mucho más que juzgarse a los demás. Te diré más: si logras juzgarte bien a ti mismo, estarás frente a un verdadero sabio. -Pero no necesito vivir en este sitio para poder juzgarme a mí mismo-dijo el principito-, eso puedo hacerlo en cualquier parte.
- El hombre de negocios había comprendido que no había ya esperanza de tranquilidad alguna.
-Millones de esas cositas que se ven a veces en el cielo.
-Moscas?
-Oh, no! Cositas que brillan.
-Abejas?
-Pero no! Cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. Pero yo soy serio! y no tengo tiempo para perder.
-Ah! Estrellas!
-Eso es. Estrellas.
-Pero puedes decirme que haces con quinientos millones de estrellas?
-Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy serio y preciso.
-Dime, qué haces con esas estrellas.
-Cómo qué hago? Nada, las poseo.
-Posees las estrellas?
-Efectivamente.
-He visto un rey que...
-Escucha: los reyes no poseen, "reinan" que es bien distinto.
-Me dirás para qué te sirve poseer estrellas?
-Gracias a ello soy rico.
-De qué sirve ser rico?
-Para comprar otras estrellas, si alguien las encuentra.
Mientras tanto el principito iba pensando que este hombre, razona un poco como el ebrio. Siguió preguntando;
-Cómo puede un hombre poseer estrellas?
-Acaso, sabes de quién son?
-No sé. Supongo que de nadie.
-Pues entonces... son mías por ser el primero en haberlo pensado.
-Y con eso basta?
-Pues claro!. Cuando hallas un diamante que no le pertenece a nadie, es sencillamente tuyo. De igual forma, cuando eres el primero a quien se le ocurre una idea, la patentas e inmediatamente pasa a ser de tu propiedad. Así, yo poseo las estrellas pues nadie antes que yo, soñó poseerlas. Comprende? - Dijo para sí: "Quizá este hombre es absurdo. Pero seguramente lo es menos que el rey, el vanidoso, el hombre de negocios y el bebedor. Por lo menos su trabajo posee sentido. Al encender su farol, es como si diera nacimiento a una estrella más, o a una flor. Cuando apaga el farol, hace dormir a la flor o a la estrella. Su trabajo es lindo, y por ello útil.
- La Tierra ha sido el séptimo planeta visitado por el principito.
La Tierra no es, por cierto, un planeta cualquiera. La cantidad de reyes que allí se cuentan es de ciento once (incluyendo a los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, trescientos once millones de vanidosos, siete millones y medio de ebrios, es decir, aproximadamente dos mil millones de personas grandes.
Para tener una idea de la grandeza de la Tierra, os contaré que cuando la electricidad aún no existía, se hacía imprescindible la labor de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros, que proveyeran de luz a seis continentes.
El desplazamiento y movimiento de este gran ejército de faroleros, se veía a la distancia como los de un ballet de ópera. Quienes cubrían el primer turno eran los faroleros de Nueva Zelandia y Australia. Encendían los faroles y se iban a dormir. Le seguían los faroleros de China y Siberia. Era el turno luego de Rusia y de las Indias. Le sucedían los de África y Europa. Tras ellos los de América del Sud, más tarde América del Norte. Jamás equivocaban este orden. Era verdaderamente una escena espléndida.
Quienes llevaban una vida poco divertida, eran el farolero del único farol del Polo Norte y su colega del único farol del Polo Sud, ya que la frecuencia con que encendían sus faroles, era tan sólo de dos veces al año.
- Sugiero que no he sido preciso al hablar de los faroleros. Puedo correr el riesgo de ofrecer a quienes no lo conocen, una idea equívoca acerca de nuestro planeta. En verdad, de todo el espacio habitable de la Tierra, los hombres ocupan poco espacio. Imaginaos que si los dos mil millones de hombres que habitan la Tierra, permanecieran de pie y algo apretados, entrarían tranquilamente en una plaza pública de veinte millas de largo por veinte de ancho. La humanidad entera podría alojarse en la islita más pequeña del Pacífico.
Seguro que las personas grandes no harían caso de ello. Se sienten tan importantes que se ven ocupando mucho lugar como los baobabs. Les podríais aconsejar hacer el cálculo, ya que tanto gustan de las cifras, pero me temo que sería una gran pérdida de tiempo. Confiad en mí.
- Muy desdichado, recordaba que su flor le había contado un día que era única en su especie y en el universo entero. El principito se encontró con que en un sólo jardín había cinco mil, todas semejantes entre sí.Si ella viera esto-pensó para sí-, se sentiría seguramente avergonzada, tosería un buen rato y simularía morir a fin de evitar el ridículo. Yo debería aparentar protegerla, pues para humillarme aún más, llegaría hasta el extremo de dejarse morir..."
- Me Creí ser rico al poseer una flor única en su especie, y no se trata más que de un ejemplar ordinario. La rosa y tres volcanes que no pasan de mis rodillas, de los cuales uno esté quizá apagado para siempre. Verdaderamente..., no soy un gran príncipe". Se extendió sobre la hierba y lloró.
- Busco amigos. Qué significa "domesticar"?
-Ah!..., es una cosa muy olvidada-respondió el zorro- Significa "crear lazos".
-Crear lazos?-preguntó el principito.
-Así es-confirmó el zorro- Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú a mí. No soy para tí más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas..., sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo...
-Creo que empiezo a entender-dijo el principito- Hay una flor... Creo que me ha domesticado.
-Es probable-contestó el zorro- En este planeta, en la Tierra, pueden ocurrir todo tipo de cosas...!
-Mi vida es algo aburrida. Cazo gallinas y los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen como también los hombres se parecen entre sí. Francamente me aburro un poco. Estoy seguro que..., si me domesticas mi vida se verá envuelta por un gran sol. Podré conocer un ruido de pasos que será bien diferente a todos los demás. Los otros pasos, me hacen correr y esconder bajo la tierra. Pero el tuyo sin embargo, me llamará fuera de la madriguera, como una música. Mira! Puedes ver allá a lo lejos los campos de trigo? Yo no como pan, por lo que para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo nada me recuerdan. Es triste! Pero tú tienes cabellos de color oro. Cuando me hayas por fin domesticado, el trigo dorado me recordará a ti. Y amaré el sonido del viento en el trigo...
El zorro en silencio, miró por un gran rato al principito.
-Por favor... domestícame!-suplicó.
-Lo haría, pero... no dispongo de mucho tiempo-contestó el principito. Quisiera encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sabes...? Sólo se conocen las cosas que se domestican-afirmó el zorro. Los hombres carecen ya de tiempo. Compran a los mercaderes cosas ya hechas. Y... como no existen mercaderes de amigos, es muy simple, los hombres ya no tienen amigos. Si realmente deseas un amigo, domestícame!
-Y... qué es lo que debo hacer?-preguntó el principito.
-Debes tener suficiente paciencia-respondió el zorro- En un principio, te sentarás a cierta distancia, algo lejos de mi sobre la hierba. Yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra suele ser fuente de malentendidos. Cada día podrás sentarte un poco más cerca.
Al otro día el principito volvió:
-Lo mejor es venir siempre a la misma hora-dijo el zorro- Si sé que vienes a las cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres. A medida que se acerque la hora más feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto; comenzaré a descubrir el precio de la felicidad! En cambio, si vienes a distintas horas, no sabré nunca en qué momento preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-Qué son los ritos?-preguntó el principito.
-Se trata también de algo bastante olvidado-contestó el zorro- Es aquéllo que hace que un día se diferencie de los demás, una hora de las otras horas. Te daré un ejemplo. Entre los cazadores hay un rito. Todos los jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Para mí el jueves es un maravilloso día, ya que paseo hasta la viña. Si los cazadores no tuvieran un día fijo para su baile, todos los días serían iguales y yo no tendría vacaciones.
Fue así como el principito domesticó al zorro. Pero al acercarse la hora de la partida:
-Ah!-dijo el zorro- Voy a llorar.
-No es mi culpa-repuso el principito- Tú quisiste que te domesticara, no fue mi intención hacerte daño...
-Sí, yo quise que me domesticaras-dijo el zorro.
-Pero dices que llorarás!
-Sí-confirmó el zorro.
-Ganas algo entonces?-preguntó el principito.
-Gano-aseguró el zorro- por el color del trigo.
Luego sugirió al principito:
-Vuelve y observa una vez más el jardín de rosas. Ahora comprenderás que tu rosa es única en el mundo. Cuando vuelvas para decirme adiós, yo te regalaré un secreto.
Se dirigió el principito nuevamente a la rosas:
-En absoluto os parecéis a mi rosa. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Así era mi zorro antes, semejante a cien mil otros. Al hacerlo mi amigo, ahora es único en el mundo.
Las rosas se mostraron ciertamente molestas.
-Sois bellas, pero aún estáis vacías-agregó todavía- Nadie puede morir por vosotras. Es probable que una persona común crea que mi rosa se os parece. Ella siendo sólo una, es sin duda más importante que todas vosotras, pues es ella la rosa a quien he regado, a quien he puesto bajo un globo; es la rosa que abrigué con el biombo. Ella es la rosa cuyas orugas maté (excepto unas pocas que se hicieron mariposas). Ella es a quien escuché quejarse, alabarse y aún algunas veces, callarse. Ella es mi rosa...
Regresó hacia donde estaba el zorro:
-Adiós-dijo.
-Adiós-dijo el zorro- Mi secreto es muy simple: no se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos-repitió el principito a fin de acordarse.
-El tiempo que dedicaste por tu rosa, es lo que hace que ella sea tan importante para ti.
-El tiempo que dediqué por mi rosa...-repitió el principito para no olvidar.
Los hombres ya no recuerdan esta verdad-dijo el zorro- En cambio tú, por favor... no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-Soy responsable de mi rosa...-dijo en voz alta el principito a fin de recordar...
[continuara...]
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